SOCIEDAD DEL
CONOCIMIENTO
(Por Laurin Carmona)
Cabe preguntarse si tiene sentido construir
sociedades del conocimiento, cuando la historia y la antropología nos enseñan
que desde la más remota antigüedad todas las sociedades han sido probablemente
sociedades del conocimiento, cada una a su manera. Hoy en día, el dominio del
conocimiento puede ir acompañado de un cúmulo importante de desigualdades,
exclusiones y luchas sociales. Durante mucho tiempo el conocimiento fue
acaparado por círculos de sabios o iniciados. Actualmente, la difusión de las
nuevas tecnologías y la aparición de la red pública Internet parecen abrir
nuevas perspectivas a la ampliación del espacio público del conocimiento. A
este respecto, podemos preguntarnos si poseemos ya los medios que permitan un
acceso igual y universal al conocimiento, así como un auténtico aprovechamiento
compartido de éste. Esta debe ser la
piedra de toque de sociedades del conocimiento auténticas, que sean fuentes de
un desarrollo humano y sostenible. Por lo tanto, una sociedad del conocimiento
es una sociedad que se nutre de sus diversidades y capacidades, cada sociedad
cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento. Por
consiguiente, es necesario actuar para que los conocimientos de que son ya
depositarias las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de
elaboración, adquisición y difusión del saber valorizadas por el modelo de la
economía del conocimiento.
No obstante, la definición de las sociedades del
conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas.
El hecho de que se refiere a sociedades, en plural, no se debe al azar, sino a
la intención de rechazar la unicidad de un modelo “listo para su uso” que no
tenga suficientemente en cuenta la diversidad cultural y lingüística, único
elemento que nos permite a todos reconocernos en los cambios que se están
produciendo actualmente. La cual, existen diferentes formas de conocimiento y
cultura que intervienen en la edificación de las sociedades, comprendidas
aquellas muy influidas por el progreso científico y técnico moderno. Donde la importancia
de la educación y del espíritu crítico pone de relieve que, en la tarea de
construir auténticas sociedades del conocimiento, las nuevas posibilidades
ofrecidas por Internet o los instrumentos multimedia no deben hacer que nos
desinteresemos por otros instrumentos auténticos del conocimiento como la
prensa, la radio, la televisión y, sobre todo, la escuela. Antes que los
ordenadores y el acceso a Internet, la mayoría de las poblaciones del mundo
necesitan los libros, los manuales escolares y los maestros de que carecen. Es
por ello, que dicho tema ocupa un lugar estelar en la discusión actual en las
ciencias sociales así como en la política europea. Se trata de un concepto que
aparentemente resume las transformaciones sociales que se están produciendo en
la sociedad moderna y sirve para el análisis de estas transformaciones.
Al mismo tiempo, ofrece una visión del futuro
para guiar normativamente las acciones políticas. Sin embargo, ha tenido una
adaptación desigual en las diferentes áreas lingüísticas concurriendo también
con otros términos como ‘sociedad de la información’ y ‘sociedad red’. En la actualidad, la sociedad del
conocimiento no está centrada en el progreso tecnológico, sino que lo considera
como un factor del cambio social entre otros, como, por ejemplo, la expansión
de la educación. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base
de los procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades.
Crece la importancia del conocimiento como recurso económico, lo que conlleva
la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida. Pero igualmente crece la
conciencia del no saber y la conciencia de los riesgos de la sociedad moderna. No obstante, la consideración de
que una sociedad se basa en el conocimiento no depende, por lo tanto, del tipo
de los bienes producidos (es decir bienes inmateriales o intensos) y tampoco de
las competencias especificas de los empleados, que se manifiestan por ejemplo
en certificaciones académicas, por lo tanto, la capacidad innovadora es
constitutiva para la sociedad de conocimiento. Solamente se puede hablar de una
sociedad de conocimiento, cuando las estructuras y procesos de la reproducción
material y simbólica de una sociedad están tan impregnadas de operaciones
basadas en conocimiento, que el tratamiento de información, el análisis
simbólico y los sistemas expertos se convierten en dominante respecto a los
otros factores de reproducción.
En este sentido, y para finalizar la validez de la
sociedad del conocimiento depende de obtener indicios claros de que la
producción, distribución y reproducción del conocimiento ha cobrado una
importancia estratégica y dominante en las sociedades actuales. En primera
instancia se deben identificar los espacios sociales estratégicos de la
producción y distribución del conocimiento. En este sentido, se
está hablando de un nuevo modo de producción, dado que el capitalismo sigue
siendo el principio dominante del sistema económico actual y no se oculta el
riesgo de que aparezcan nuevas formas de exclusión social relacionadas con el
conocimiento. Sin embargo, el término usado como visión política parece que
promete una sociedad más equilibrada y más justa en que cada uno puede esperar
que en el futuro vaya a recibir más, siempre y cuando realice los esfuerzos
necesarios. En fin, en una
sociedad del conocimiento las estructuras y procesos de la reproducción
material y simbólica de la sociedad están tan impregnados de operaciones de
conocimiento que el tratamiento de información, el análisis simbólico y los
sistemas expertos cobran primacía frente a otros factores de reproducción como
capital y trabajo. Puesto que, no son simplemente sociedades con más expertos,
más infraestructuras y estructuras tecnológicas de información sino que la
validez del concepto dependen de la verificación de que la producción, la
distribución y la reproducción del conocimiento han cobrado una importancia
dominante frente a los otros factores de la reproducción social. Una de las
características de la ‘sociedad del conocimiento’ es la transformación radical
de la estructura económica de la ‘sociedad industrial’, de un sistema
productivo basado en factores materiales hacia un sistema económico en que los
factores simbólicos y basados en conocimiento son dominantes.
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